Llegué a María, mi maestra de vida, en un estado de alta energía y exitación en mi interior, teniendo conciencia de mis habilidades profesionales y de mis capacidades y al mismo tiempo con una gran incertidumbre e inseguridad por lo que seguía en mi vida, con una gran necesidad de reconocimiento y aceptación. Describía mi propia vida intensa, como una montaña rusa que ponía mis sentimientos y emociones al máximo y al mínimo pero sin saber exactamente hacia donde me dirigía o si no iba a ninguna parte.
Comenzamos este viaje impresionante y excitante a la conciencia, mi propia conciencia. Con María aprendí, que podía tener todo el reconocimiento de mis hijos , de mi empresa, de mis amigos, de mi familia en el momento que yo me creía la mujer valiosa, la profesionista exitosa y la madre, hermana, novia y amiga entregada, honesta y comprometida que soy, y que tenía que ver con mi propia aceptación.
Entonces comenzó la MAGIA, comencé a recibir reconocimientos en mi empresa a nivel internacional ya que se publicó en la página web de Eastman mi contribución en la restauración del Ángel de la Independencia y del Palacio de Bellas Artes, recibí también un reconocimiento económico de $1000 dólares por este resultado así como dos entrevistas en televisión y muchas entrevistas para revistas y publicaciones especializadas en pinturas y arquitectura tanto mexicanas como en Estados Unidos.
Aprendí a perdonar a mis padres y a mi misma con técnicas y tareas donde también pude ver la mujer dedicada y disciplinada que soy, colocar a mis padres en su exacta dimensión me lleno de PAZ y MISERICORDIA para con ellos y para mí misma.
En un momento del “coaching” mi esencia espiritual cobró una dimensión que yo no había visto y aún cuando yo creo en un poder superior, durante el proceso se convirtió en una fuerza única que me llenó de FE y un GOZO que no había experimentado antes.
Me encuentro en este momento en un estado permanente de GOZO, GRATITUD y PAZ. María, mi maestra de vida, me enseñó a creer en mí misma, a ver mis posibilidades y dejarme fluir en mi vida, a dar gracias cada día, a saber que en cualquier evento hay una enseñanza para mí y que yo soy mi propia generadora de oportunidades.
Gracias María, gracias Maestra.